lunes, 27 de julio de 2009

PUEBLO PERDIDO



TÍTULO 2º
CANTOS DE PATRIOTAS
CAPÍTULO IV
EL PUENTE DEL PROGRESO.

Por la rivera del rio Cachapoal avanzan los jinetes, rumbo a su destino fatal. De vez en cuando sus cansados corceles refrescan sus patas en el agua clara y fría para aminorar el calor de las piedras en sus herraduras.

El poblado está conmocionado, casi excitado con los proyectos de don Matías Zamorano. Ha comunicado que se construirá un puente que cruzará el rio uniendo las haciendas de la familia con Millahue, tierra de mineros y diversión nocturna. Sin embargo no fue ese tentador panorama el que incentivó a construir tan formidable obra. Hay otras motivaciones. El gobierno de la época ha dicho que las tierras colindantes a las haciendas, que normalmente eran ocupadas por los aborígenes de la zona, pertenecen al Estado de Chile, por no estar inscritas a nombre de un sujeto en particular. Se ha dado un plazo para que la gente regularice sus propiedades, y así, esa información dada al clero, no ha sido transmitida a los aldeanos... sólo a los patrones.

De existir un puente que una los dos valles separados por el rio loco, don Matías podrá reclamar como suyas, todas las tierras desocupadas, antes de que el Fisco las haga suyas, oficialmente.

Usando sus contactos entre las autoridades centrales, el hombre a conseguido que un centenar de prisioneros sean usados como obreros en tan magna construcción. Los prisioneros han cabalgado por tres días y dos noches desde la capital de Santiago, para llegar a su destino de trabajo, con la promesa de ser liberados antes de cumplir su condena. Asesinos, ladrones, violadores y estafadores, dejarán su sudor en ese puente. El hombre encargado de dirigirlos y disciplinarlos es don Mateo, ex corregidor, reconocido por su severo comportamiento y poca tolerancia a los motines, se cuenta que ha matado prisioneros por sólo insultarlo.

Las mujeres, al verlos llegar, se han puesto nerviosas, y es noticia fresca, que han llegado los "maestros y jornales" que harán el puente del progreso, tal cual lo ha dicho el cura en su sermón del domingo por la mañana. El también espera que el clero sea retribuído con algunas hectáreas de tierra para cultivar los viñedos que mantendrán la copa del Señor llena de la sangre de Cristo.

Los reclusos sólo conocen el río que baña los pies del cerro Huelén, de suave y reducido caudal, pero este río, lleva bien puesto su nombre... es indomable, torrentozo y ruin... un mal paso y arrastra hombre y bestia hasta sus más escondidas entrañas arenosas, de ello se enterarían luego.

Los bosques de álamo del lugar fueron talados en masa y los troncos trasladados hasta el río para servir de soporte al puente. Hombres aguerridos, trasladaron rocas desde el Cerro Quillayquén en bueyes para construir las "patas de cabra" que desviarían el cauce de las aguas. para sentar las bases de piedra de tan extendido puente. Y entonces, los hombres, exigidos en exceso por su patrón, azote en una mano y pistola en la otra, tropiezan entre ellos mismos y caen hasta el fondo para no salir jamás. Cien empezaron las obras, fuertes y sanos, la mitad murieron, hambrientos, enfermos y extenuados... miraban al cielo pidiendo perdón a su Dios y se dejaban llevar por el torrente... muy lejos... donde nadie pudo llevarles una flor. El patrón encolerizado gritaba: -Una pala menos!!!- Una boca menos que alimentar!!!

Pero el puente allí estaba, para ser inaugurado por los señores ilustres del lugar, los hermanos Zamorano, sus amistades de Santiago, el cura del pueblo y el representante del gobierno, que acaba de llegar para evaluar si esos lares necesitan una autoridad designada por el gobierno... por que hasta ahora, entre don Matías y el cura... dirigen a esa gente.







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