domingo, 19 de abril de 2009

PUEBLO PERDIDO


TÍTULO 2º
CANTOS DE PATRIOTAS
CAPÍTULO III
EL CANAL DE LA MUERTE

El tiempo pasa muy de prisa en Coltauco, los movimientos revolucionarios de influencia europea han minado la tradición regia de los latifundistas de la nueva patria y los que un día dieron su sangre o cercenaron sus carnes por dejar de pertenecer a España toman el poder e imponen sus ideas y negocios.

Don josé, en su lecho de muerte ha dictado su testamento final y tras una extraña determinación, ha decidido repartir su hacienda entre sus doce hijos. Como buen conocedor de sus tierras les ha dado nombre y ha marcado sus deslindes silenciosamente, confesando en vida sólo a su hijo Matías, el más regalón, el verdadero propósito... no dejar todo al primogénito como todos los demás acostumbran.

Algunos comentaron después de su muerte, que siendo Matías el más capaz y el mejor hijo, pero no el mayor, no podía quedarse sin un pedacito de tan majestuosa hacienda. Su padre, sin duda alguna, lo entendía mejor que nadie, ya que su primogénito José Segundo, sólo había heredado de él su irascible comportamiento, sumado a una vida poco honorable para la familia, ya que se le veía mucho residiendo en los burdeles de Millahue.

Sin perjuicio de ello, al momento de abrirse el testamento, no reclamó siquiera por no haber sido beneficiado con toda la hacienda, tal parecía que poco cariño le tenía a esas tierras. Al contrario de lo que muchos esperaban, abandonó la sala de lectura sin mostrar expresión alguna, cuan sujeto indiferente a todo.

Pronto la hacienda de Nuestra Señora de Coltauco dejó de existir y se dividió en 12 fundos aún de gran extensión, que los hermanos administraron acorde a sus capacidades, aunque siempre fue don Matías, el que veló por que todo saliera bien, por lo que dispuso que para poder dar un apropiado surgimiento a todos los fundos, se debía construir un canal de regadío que corriera por toda la falda del cerro Quillayquén, puesto que el rio loco, al que los nativos llamaban cariñosamente "Cachapoal", estaba muy retirado hacia el oriente y no regaba algunos nuevos fundos como el del Molino, Loreto y Parral.

En esa tan magna empresa, se requeriría un contingente enorme de hombres buenos para la pala y la picota, con los que en todo el lugar no se contaba. Fue entonces necesario buscar entre las haciendas colindantes, pero eso tampoco dio resultados alentadores... en esos lugares todos los hombres pertenecían a algún señor hacendado y estaban ocupados ya.

entonces don Matías viajó hasta Santiago y en ese lugar, con el apoyo de amigos de su difunto padre pudo correr la voz de que se necesitaban trabajadores para realizar un canal. Su extensión era tan grande que hubo hombres que vieron en esa iniciativa un proyecto empresarial y reunieron a sus propias cuadrillas. Al final del mes habían veinte cuadrillas de más de quince hombres cada una en las puertas de la antigua casona patronal, ahora denominada Hacienda de El Almendro.

Los hombres cedientos de dinero, más algunso mineros frustrados de Millahue, trabajaron de sol a sol para hacerse de su salario. Por primera vez se veía un trabajo pagado con las nuevas monedas que mandara acuñar el gobierno de la época, con un orgulloso sentimiento patrio.

Pero al correr de los meses, todos veían que las cuadrillas mermaban. Ya no era el mismo número de trabajadores iniciales. Al principio se creyó que el trabajo por su dureza, había provocado deserciones, pero la verdad era otra. Al final de la semana, cuando los hombres se retiraban pagados a sus casas o lugares temporales de descanso, se generaban asaltos y muertes entre ellos mismos. Bajo la sombra del Quillayquén, cuando el sol ya no se divisaba y los zorzales cantaban su última tonada, los trabajadores eran asesinados por sus pares para quitarles la paga. Los cuerpos eran enterrados en el mismo canal y como sus familias estaban lejos, nadie notaba su ausencia.

Pasaron muchos meses y nadie dijo nada, por que muy pocos lo sabían y por que esos mismos esperaban el fin de semana siguiente para hacer lo mismo. La disputa por los sueldos del otro se hizo una costumbre... una sangrienta conducta, que dejó decenas de cadáveres en el cauce del más formidable canal artificial de la época. Esos cuerpos yacieron bajo el nuevo caudal por años hasta desaparecer confundidos con el polvo.

Don Matías al enterarse, años despúes, se encerró en su casa por semanas, pidiendo perdón a Dios por haber provocado tanta sangrienta avaricia.


2 comentarios:

carolina dijo...

hermanito.
está buenisimo!!!sigue escribiendo ya solo te falta plantar un arbol frondoso al frente de tu casa.
todo es posible.
y ya que estas escribiendo de la zona...seria bueno que escribieras sobre la pandemia de colera que ocurrió en la zona en el año 1900
(como sugerencia)y el avistamiento de un ovni que presensiamos por el camino los ahumada cuando eramos niños. Carolina

UN MUNDO PARALELO dijo...

estan previstos esos episodios pero capitulos más adelante....por que recién voy en el 1800