lunes, 28 de julio de 2008

LA DISTANCIA, EL DESAMOR...


LAS PEGADAS DE ALCACHOFAZO Y OTROS TANTOS MALES.

No nos resulta facil superar a veces algunas experiencias tan cotidianas de vida como la imposición de distancia que decide alguien que nos importa, que llegan a manifestarse con conductas tan frecuentes como eliminarte de sus contactos de messenger, o negarte el saludo, no frecuentar los lugares que tu visitas a menudo o simplemente, desaparecerse. Si al final, este es un país de hipócritas y cuesta mucho dar la cara y decir "me tienes choreado" ... "andate a la ch...", que para alguien deslenguado como yo sería bastante entretenido. A otros les molesta sentir desamor, por que ello supone haber estado enamorado, y estarlo de alguien que no te corresponde pucha que da lata... seguramente nadie se siente tan ridículo y estúpido como el que dió la hora detrás de otra persona que no le dijo desde un principio que no quería nada serio o que simplemente no le ve cara de semental como para compartir su lecho. Y no falta el que se descubre un día metiendo las tremendas patas, prometiéndole amor a alguien que ya tiene uno hace rato, pero que no lo publica, por vanidad o simple aceptada perversión... si en la viña del señor hay de todo... por lo general esas historias terminan con la aparición de un personaje desconocido que reclama su lugar a la fuerza... entiendase fuerza golpes de puño, arañazos, hasta mordiscos y sus buenos tirones de mechas... en otros pocos casos terminas en las crónicas policiales de la cuarta con el inolvidable epitafio de "patas negras muerto".

En fin... esas cosas que impresionan tanto a algunos, como si nunca les fuese a suceder, son parte de nuestra existencia cotidiana, asi es que para qué complicarse... si tarde o temprano ese escenario se trasladará hasta las puertas de tu casa... y de pronto hasta dentro de ella... si el futuro tiene esa gracia... ninguno de nosotros lo conoce... y meter las manos al fuego por tu pareja, es algo tan racional como las recoradas "ordalías de fuego" de los nórdicos europeos cuando apenas conocían el hierro como gran adelanto para matar.

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