martes, 16 de noviembre de 2010

PUEBLO PERDIDO



TITULO 4
SUJETOS DE AMOR, ODIO Y MUERTE
CAPÍTULO II

EL JUEZ RURAL

1.- CON LA BALANZA Y A CIEGAS

Coltauco no sería un valle violento. Al menos eso recordaba haber escuchado de su padre muchas veces. Pero apenas se sentó a la cabeza del estrado pudo ver que su padre nunca fue buen profeta.
Así, un día domingo sentado en su sillón de mecedora, diario en mano, pipa aromáticamente humeante y bajo el alero de su casona de campo esperando los primeros rayos de sol, pudo sentir el nerviosismo de un ajetreado juez rural.
Al sentir el ligero galope del caballo de su mayordomo que apenas sostenía su gorra de paja con su mano izquierda alzada sobre su cabeza, se puso de pie para recibir las malas noticias.
-Su señoría, don "Clorito"....
-Diga hombre...qué pasa!
-Es que encontraron dos cadáberes en la falda del Quillayquén!!!
-un caballero ciego y su lazarillo... una niña!!!
El hombre volvió a sentarse, esta vez de bruces, casi sin deseos de salir de su apacible posada. Luego de un instante, que le pareció eterno, tomó su sombrero colgado sobre un clavo en la pared y sigilosamente montó en su caballo blanco para presentarse a la escena del crímen.
-vamos al infierno hombre!
-al mal paso, darle prisa!

El lugar era un hormiguero de campesinos que no disimulaban su indignación. La niña mostraba serios signos de haber sido abusada antes de su muerte y el anciano, notoriamente ciego por sus ojos blanquesinos, estaba tendido sobre un charco de sangre.

Tratando de dejar la impresión de tan macabro hallazgo a un lado, el juez rural pudo comprender que todo comenzó con un sujeto adulto que al querer abusar de la menor fue repelido a duras penas por el hombre ciego, que aún sostenía su bastón de madera roto en su mano derecha fuertemente empuñada. Pero no fue suficiente. Las señales de lucha abundaban en el lugar y entonces no pudo evitar volver su mirada al grupo de curiosos, talvés queriendo culpar a alguno de ellos de tan indignante crimen.

Pero sólo vio gente asustada y mujeres y niños llorando desconsolados... el criminal no estaba allí.

Se organizaron los pobladores en cuadrillas de 10 hombres para buscar en el monte y en el cerro al hechor, pero se les hizo de noche y no encontraron sospechoso alguno.

En el mutismo de la noche y sólo acompañado de la vela que moría sobre su palmatoria de greda, el juez rural pensaba en cómo su padre deduciría ese crimen y luego pensó:
-el asesino asistirá al entierro!!!

Casi sin dormir, se levantó ese triste día martes para concurrir al funeral de las víctimas y se colocó su revolver bajo la chaqueta, presintiendo que tendría que usarlo ese día.

En el cementerio todo el pueblo esperaba dejar bajo tierra a sus extraños muertos, que de vez en cuando pasaban por ese pueblo vendiendo sus escasas mercancías para vivir. El abuelo y su nieta lazarillo, eran ya conocidos por los aldeanos y aunque no eran queridos, su muerte les causó un gran dolor e indignación. Ya nadie quería atrapar vivo al asesino.

De pie bajo la sombra de un árbol y más apartado que el resto, un hombre con oscuro poncho sobre sus hombros y ancha gorra que le daba sombra sobre su rostro observaba el entierro. El juez rural pasó por su lado y apenas le dió la espalda se detuvo para volverse y darle la cara.
-Ud. no es de este pueblo amigo!- sentenció con voz firme.
-No... estoy de paso.
-Conocía a los difuntos?
-em....no...no, para nada!
-Entonces qué hace aquí?!
Y acercándose aún más golpeó su espalda con su mano abierta, a lo que el hombre respondío con un movimiento y expresión de dolor.
Los demás asistentes al funeral, se acercarón y sin recibir instrucción alguna quitaron las ropas al sujeto para desubrirle su espalda marcada con los golpes que el anciano ciego le había propinado mientras violaba a su lazarillo.

Casi por instinto, el juez sacó su revolver cargado y lo puso sobre la frente del sujeto, ya de rodillas y sostenido desde sus brazos por un grupo de vecinos.
-Confiesas haber cometido estos asesinatos?
-No...no...
En esos momentos todos sus años de estudio fueron insuficientes y solo deseaba acabar con esa miserable vida. Tenía la convicción de que era culpable.

El sospechoso fue conducido hasta una celda y ahí fue interrogado, pero no confesó jamás el crimen.

En la noche al letrado, en sueños se le apareció su padre con un fusil al hombro. Entonces comprendió que debía condenar a aquel sujeto a la pena máxima.

Pero el acusado apeló y la Ilustrísima Corte de Apelaciones lo consideró inocente. por falta de pruebas que lo inculparan. Ante esta injusta circunstancia, los agentes policiales que custodiaban al sujeto, solicitaron autorización al juez rural para dejar ir al prisionero y luego hacerse cargo de él y aplicar la "ley de fuga", Pero el hombre no pudo acceder a ello, por más que lo deseaba.

Un día, cuando el juez llegaba a su casa después de un día agotador, un sujeto se le acercó desde las sombras y mostrándole su rostro le sentenció:
-te tengo en la mira juez....!
Era el asesino del Quillayquén... entonces el magistrado lamentó no portar su revolver y cuando pudo hacerse del arma, el sujeto se había esfumado, como el humo del tabaco de su apreciada pipa.

4 comentarios:

Anne dijo...

Muy bueno!!!, pero no me llenes a Pueblo Perdido, de delincuencia , jajaja, deja que sean siempre extraños. . . .la figura del Juez Rural, no se alli en chile, pero aca, el Juez rural, hace todo, desde dilusidar las peleas por robo de ganado, hasta casar a la gente, lo veo , una actividad tan loable, sin los lauros del exito y yoismo, pero, bien vocacional.
Muchos cariños a todos, desde esta calurosa Montevideo

UN MUNDO PARALELO dijo...

annita...amiga...saludos!!!
Acá la figura del juez rural ya desapareció hace muchas décadas. fue reemplazado por el juez de letras y el juez de policía local. Este último ve las infracciones con carácter de faltas.

Un abrazo y cuidese de esos calores....refresquese!!!

Anne dijo...

Ivan, te deseo muchisima felicidad en este 2011, mucha salud, porque sin ella no podemos conquistar todos nuestros deseos.
Muchisimos cariños, para ti y la familia.
Anne

Anónimo dijo...

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