lunes, 19 de mayo de 2008

MATANDO MITOS


EL DESTINO INCIERTO
No diré esta vez alguna frase típica dominguera... de esas que se usan para iniciar una conversación con afán de romper el hielo. Tampoco abriré mi corazón, estropeado y endurecido con el tiempo, para verme tristemente abatido. Solo les diré que me siento como el universitario rebelde apaleado y arrastrado por el gas lacrimógeno y la maloliente agua del guanaco policial. Y eso se debe a que puedo comprobar cada día más, que el ser humano sólo desea tener poder y controlar la vida de otros como ocurría en tiempos de esclavos. Elegí una carrera que me permitiera prescindir de jefes, pero me encuentro con jueces y ministros que se sientan sobre el estrado de poder y ruina agena... fallan en favor de las empresas fuertes por que el poder de ellos tiene otro poder mayor... el del dinero. A la larga, no tengo jefes, pero veo a inescrupulosos tiburones comerse a los peces chicos... y que son la mayoría, lamentablemente. Así es que olvídense de que se hace justicia en Chile... no es verdad... y no somos los abogados los culpables... son los ministros de corte de apelaciones y corte suprema los verdugos de las esperanzas de justicia para los pobres.
Otro mito que mataré en esta oportunidad es el de que todos tenemos nuestro destino escrito... por que eso significaría reconocer que somos el juguete de alguien llamado Dios. Y me niego a creer en eso... y si me rebaten diciendo que Dios nos da el libre albedrío para decidir lo que hacer... tampoco lo creo... por que eso significaría reconocer que alguien nos vigila. Como pueden ver soy creyente a medias pero tengo fe... fe en que podemos hacer del destino una simple palabra en el diccionario. Y que esa chispa de luz que se llama vida es lo único que tenemos y es tan sensible y puramente casual que asi como vino se puede ir y sólo entonces sabremos qué nos espera... por que el gran destino de la vida es sólo uno y se llama Muerte. Y cuando llega... sólo entonces sabremos qué diablos fuimos y seremos. Al final de los tiempos podremos entender por qué somos tan... pero tan insignificantes en el universo y a pesar de eso nos creemos especiales, únicos y tan importantes como para maltratar a los demás seres vivos, que sólo hacen de la vida un simple y grato camino... y hasta a nuestros propios pares, que muchas veces hasta nos quieren. Mientras tanto, acabamos con nuestro mundo... quizá esperando que Dios se apiade de nuestra miseria y se decida a eliminarnos.

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