miércoles, 3 de febrero de 2010

PUEBLO PERDIDO


TITULO 3
HISTORIAS DE PUEBLO
CAPÍTULO IX

SENTENCIA DE MUERTE

La historia del hombre a caballo muerto

Coltauco crece y el incesante aumento en su población trae nuevos desafíos. Algunos afuerinos han venido a invertir y han plantado sus negocios y bazares por todo el centro del pueblo. Existe una mayor preocupación por los niños y se ha fundado una escuela para varones por el párroco. Las monjas hacen lo propio y nace la escuela de monjas sólo para niñas. Ambos colegios están bastante apartados para evitar que los jóvenes de distinto sexo se distraigan desovedeciendo el llamado del clero a casarse vírgenes y no caer en pecados carnales.

Las parcelas que la división de algunas haciendas ha generado, constituyen un foco de trabajo para algunos hombres que gustan de la agricultura. Hermosos maizales se divisan al borde del camino y frondosos bosques de álamo más al sur, los que esperarán diez años para ser cortados y convertidos en fina madera.

La gente ya no sigue viviendo cerca de la rivera del río cachapoal, ya que se sale muy seguido y todos pasan susto en invierno. Ahora la gente se aglomera cerca del camino largo que lleva hacia el norte.

Los fines de semana se entretiene a la gallada con un novedoso deporte: Las carreras a la chilena, donde dos jinetes corren con sus corceles sin monturas una extensa pista dividida en dos rutas largas separadas por un rústico embarado de álamo. Los caballos en su desenfrenada carrera hacia la meta, no pueden toparse al estar separados por esta improvisada barrera de madera.

La carrera no sólo entretiene a las mujeres y niños, sino que permite establecer las apuestas colectivas o individuales de quién será el vencedor. Un sujeto con buen caudal de dinero ofrece apuestas y pagará a los vencedores quedandose con el dinero de los que no fueron tan afortunados. Otros prefieren apostar con un amigo o conocido y el que gana se lleva todo el pozo apostado.

En la localidad de El almendro, se ha establecido la cancha más famosa para tales carreras y todos los domingos alguien llega para probar su caballo y su suerte. Algunos jinetes adiestran a sus caballos para participar en las duplas y vivir de ello.

Una ramada con licores de las más variadas marcas y lugares de origen se ha instalado a un costado de la cancha de carrera y los bebedores disfrutan contando sus historias de heroísmo y guapura, por que aquí la cosa es quien es el más respetado y temido.

Así es que a este pueblo están llegando muchos afuerinos a disfrutar y apostar su dinero. Las peleas de borrachos no merman el ánimo de los habitantes de tan campestre lugar y algunos ya son indeseables al tumulto.

Así, un día cualquiera, dos hermanos muy vividores y mujeriegos, entraron a la ramada y cometieron el error de sus vidas. Un hombre de muchas historias en su cuerpo y muy orgulloso recibió sus burlas por carecer de un ojo.
-llegaron los piratas hermano!
Las carcajadas abundan y el sitio parece ser un centro de burlas para el sujeto tuerto.
El hombre no era un desconocido, ha recorrido gran parte del país y sabe muy bien como se arreglaban los problemas y ofensas. Cuando se marchaba del lugar y antes de montar su corcel negro, se dirige a los burlescos hermanos advirtiéndoles a viva voz que estaban muertos.

El silencio repentino mostró la gravedad de los dichos y todos comprendieron que no era broma. Peralta había hablado y el nunca alardeaba. Con muchas muertes a cuesta, todos los allí presentes sabían que los hermanos Pérez, tenían los días contados.

La noche ha caído, el sol espera escondido al nuevo amanecer y todos llegan a sus casas comentando lo sucedido. Los hermanos Pérez han sido sentenciados por Peralta, el que más hombres ha matado en toda la zona.

Con el correr de los días, cada vez que los hermanos pasan por el lugar, el tumulto susurra
-Ahí van los muertos.
Ellos se miran y deciden que deben hacer algo. No esperarán el dia de su muerte como unas ovejas, ellos cambiarán el destino.

Un domingo por la tarde, en un sinuoso callejón perdido, bordeado por alta zarzamora, Peralta en su caballo negro, revolver a la cintura, es derribado de un rozonazo en su cabeza. Los hermanos temiendo su inminente muerte, han decidido acabar con sus temores y matan al sujeto. En una curva cerrada del camino, y desde el lado sin visión del tuerto, sin que pudieran ser vistos por la víctima, lo atacan hasta morir. Sin titubeos, decididos a todo, sabiendo que un error les costaría la vida, han logrado concretar a perfección su plan. El cuerpo fue enterrado en un potrero colindante, en medio de la alfalfa verde. El caballo corre hasta la casa de la madre del jinete derribado y ésta, presintiendo lo peor, pide al animal que la guíe. Casi como un cuento, el caballo llevó a la atormentada mujer hasta el sitio exacto del crimen. Un mechón de pelos ensangrentado de su hijo la detiene en su desesperada búsqueda. Siguiendo las huellas de las aplastadas matas de alfalfa, descubre con sus rasgadas y añosas manos el cuerpo entre la tierra removida.

Coltauco se impacta. Los culpables son condenados por el juez rural a cadena perpetua por considerar el homicidio calificado por premeditación y alebosía...Ha muerto el hombre más temido de Coltauco, algunos se alivian y otros, seguirán sus pasos.
.

No hay comentarios: